Según un reciente estudio, las personas con lupus eritematosos sistémico (LES) no tenemos muchas complicaciones oculares que estén provocadas con la enfermedad pero sí por la edad y por la toxicidad de algunos medicamentos que usamos.
El estudio » Participación ocular en pacientes con lupus eritematoso sistémico: un cambio de paradigma basado en la experiencia de un centro de referencia terciario «, se publicó en la revista Lupus. En él se afirma que alrededor de un tercio de los pacientes con LES desarrollan problemas oculares, los más frecuentes son la queratoconjuntivitis seca (ojos secos) y el daño retiniano (retinopatía).
La terapia con Hidroxicloroquina CQ) (Plaquenil entre otros nombres) ha ayudado a controlar la enfermedad y una disminución de las complicaciones oculares relacionadas con el LES (antes se usaba la Cloroquina o Resochín que tenía más toxicidad en ojo). «En los últimos años, hemos entrado en una nueva era en el tratamiento del LES», dijeron los investigadores del departamento de oftalmología del Centro Hospitalario y Universitario de Lisboa Central en Portugal. Ellos evaluaron la tasa de problemas oculares en un grupo de pacientes con LES y la compararon con la literatura existente.
Evaluaron 161 pacientes: 145 mujeres (90,1%) y 16 hombres (9,9%) con una edad media de 47,6 y una duración media de la enfermedad de 11,5 años.
Los exámenes de la vista revelaron que 66 pacientes (41%) tenían al menos un signo de enfermedad ocular. Cuando los investigadores consideraron solo las manifestaciones directamente relacionadas con enfermedades, como el síndrome del ojo seco, cataratas, glaucoma, retinopatía por lupus y uveítis (una forma de inflamación ocular), o con la toxicidad por HCQ, el número de pacientes con complicaciones oculares se redujo a 50 (31.1 %), «Una proporción que está en línea con estudios previos», dijeron.
Los problemas oculares más frecuentes fueron síndrome de ojo seco (12.4%), cataratas o cirugía previa de cataratas (11.2%) y retinopatía relacionada con HCQ (también 11.2%).
La mayoría de los pacientes (80.7%) estaban siendo tratados con HCQ en el momento del estudio. Veintisiete habían interrumpido el tratamiento y cuatro nunca habían recibido HCQ.
Dieciocho pacientes (11,2%) tenían signos de toxicidad macular relacionada con el HCQ. La mácula se encuentra en el centro de la retina y es responsable de la visión central y en color detallada. La toxicidad del tratamiento puede dañar los bastones y los conos, dos tipos de células en la mácula.
Solo un paciente con maculopatía de ojo de buey, una forma de toxicidad macular, se quejaba de poca agudeza visual.
Aquellos con toxicidad macular eran significativamente mayores (edad media 54,9 años) que los pacientes sin la complicación (46,7 años). La dosis acumulada de HCQ y la duración del tratamiento fueron más altas entre los pacientes con toxicidad macular en comparación con los no afectados (14,7 años en comparación con 6,9 años).
El tratamiento con HCQ se suspendió en todos los pacientes con toxicidad macular. En general, la retirada de HCQ no dio lugar a una mayor actividad de la enfermedad. Sin embargo, en dos casos, la dosis de azatioprina, un inmunosupresor comúnmente utilizado en enfermedades autoinmunes, se incrementó para disminuir la actividad de la enfermedad.
En general, «observamos una reducción significativa en las complicaciones oftálmicas directamente relacionadas con la actividad de la enfermedad sistémica, particularmente la retinopatía por lupus», dijeron. «Por otro lado, ha habido un aumento en las complicaciones oculares relacionadas con la medicación y la edad, como la maculopatía por HCQ, cataratas y glaucoma». «Estos resultados resaltan la importancia de la detección oftálmica regular, incluso en pacientes con LES asintomáticos y controlados sistémicamente», dijeron los investigadores.
Noticia publicada en LupusNewsToday por la Dra Patricia Inacio,