Uno de cada 10 pacientes con lupus tiene edad pediátrica*.

El lupus eritematoso sistémico afecta también a los niños en una proporción de uno de cada diez pacientes, y en estos casos puede ser más grave ya que el porcentaje de pacientes con afectación renal, neurológica o hematológica es mayor que en los adultos.

No obstante, “el diagnóstico suele ser relativamente precoz y, una vez controlada la enfermedad, los niños pueden llevar una vida normal, siempre con controles periódicos por su médico especializado”, según ha asegurado la Dra. Consuelo Modesto, una de las coordinadoras del II Curso de Reumatología Pediátrica de la Sociedad Española de Reumatología (SER), que se celebró recientemente en Madrid, gracias a la colaboración de Roche.

Según la especialista, también reumatóloga del Hospital Universitario Vall d’ Hebrón de Barcelona, “la etnia también influye en la enfermedad, siendo los hispanos, afroamericanos y asiáticos los que presentan mayor gravedad; frente a la raza caucásica que presenta formas más leves del lupus”. Asimismo, -ha añadido- “en los niños pequeños la proporción de afectación es similar entre ambos sexos, mientras que en la pre-pubertad es más frecuente entre las niñas debido al papel de las hormonas femeninas que juegan un papel clave en la regulación del sistema inmune, cuya disregulación es clave en la aparición de la enfermedad”.
Aunque, además del sexo y la raza, se han descrito otros motivos como la exposición solar y algunas infecciones, que pueden ser agentes causantes de esta patología o, incluso, la predisposición genética.

En opinión de la Dra. Modesto,quizá sea una de las enfermedades reumáticas que más afecta a la vida del niño al inicio, sobre todo porque muchos de ellos son adolescentes. El tratamiento cambia su figura corporal, y también se ven alterados el ritmo de vida y la escolarización, ya que deben evitar lugares en los que haya una gran aglomeración de personas para evitar infecciones. Pero, una vez controlada la enfermedad y con controles periódicos, los niños llevan una vida normal”.

Manifestaciones y diagnóstico
De forma un poco diferente al adulto, en el niño predominan los síntomas llamados sistémicos, es decir, fiebre, mal estado general, cansancio extremo y pérdida de peso. Estos síntomas se acompañan de manchas en la piel (exantema en alas de mariposa en la cara), dolor e inflamación articular. La piel refleja el daño orgánico en muchas ocasiones y si la lesión cutánea es muy activa se puede esperar daño renal, neurológico, etcétera, en semanas o meses desde el inicio de la enfermedad, ha explicado la Dra. Modesto.

El diagnóstico suele ser temprano porque los síntomas llevan a los padres a consultar pronto en centros pediátricos grandes, con servicios de urgencias que pueden contactar con los especialistas rápidamente. En algunos casos de formas de inicio no-frecuentes, la detección puede retrasarse por sospechar otras enfermedades en lugar de lupus, tenido durante tiempo como el «gran simulador». A juicio de la experta, “casi cualquier síntoma puede ser parte de la enfermedad, ahora bien, también hay que basarse en los datos de los análisis en los que los anticuerpos antinucleares ayudan a orientar el diagnóstico”.

Información aparecida en SER (sociedad Española Reumatología)

* La edad pediátrica es hasta los 14 años.

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